La mayor parte de nuestro cuerpo está formado por agua, de ahí la importancia que tiene la movilización de los líquidos en nuestro organismo y más especialmente el ubicado entre las células, es decir, el llamado espacio intersticial. Es ahí donde nutrientes y desechos se mueven en caminos recíprocos entre la propia célula y el espacio intersticial.
La cantidad de líquido alojado en los tejidos intervendrá en la correcta nutrición celular y será determinante para el estado y supervivencia de la misma. Por tanto, el equilibrio de líquidos proporciona un medio favorecedor para la salud de los tejidos corporales siendo el sistema linfático quien ayuda en el proceso de la eliminación metabólica y en la respuesta inmunológica. Tiene la función de transporte y depuración del cuerpo.
Con el drenaje linfático manual se observa beneficios sobre el sistema nervioso neurovegetativo, debido al ritmo lento y monótono de las maniobras, por lo que sus efectos sobre la función parasimpática lo hacen especialmente recomendable para los casos de estrés o ansiedad. A nivel del rostro, la aplicación del drenaje linfático manual está indicado en los edemas locales tras las cirugías, antes y después de procedimientos médico-estéticos, acné y caparrosa, bolsas de ojos y ojeras.